Bajo la sombra de las botas. Vigilancia, control y disciplina de los inmigrantes.

Los inmigrantes del Estado español, los considerados ilegales o sin papeles, viven su día a día bajo la sombra vigilante de las “botas” del poder, que controla, vigila y castiga a quién no cumple con el requisito de la llamada documentación en regla, forjando en ellos la sujeción que luego se traducirá en beneficio. La inmigración ilegal, es vigilada por el sistema a través de las instituciones que controlan y a la vez son controlados por el poder del que forman parte. El control recae en última instancia sobre los individuos que son parte cómplice de un poder disciplinario discreto, que tiene asegurada la obediencia de quiénes no pueden cambiar las reglas del juego.

Madrid, 2010. @RRC
La vigilancia se traspasa al colectivo de la sociedad que ve una amenaza a su seguridad e identidad en la inmigración, fundada en el discurso político que encuentra en los medios de comunicación su mejor aliado, para persuadir a la opinión pública de la competencia negativa de los inmigrantes, que pasan a ser vistos como rivales en el momento de encontrar un trabajo, acudir al médico o percibir una ayuda social.

Un falso e influyente discurso que enfrenta en el ring a pobres contra pobres y provoca división entre los damnificados de igual manera por la sucesiva pérdida de derechos sociales y laborales. Los mal llamados sin papeles - ya que esto no es sinónimo en ningún diccionario de personas - intentan conseguir el permiso que les otorgue los derechos como trabajadores y les de visibilidad en el mundo fantasmal y exento de justicia en el que se mueven. En este camino no solo se enfrentan al control visible de los cuerpos profesionales del poder, sino que están permanentemente vigilados por la sociedad de acogida.

La disciplina está asegurada porque la mecánica del poder funciona a la perfección. Tiene cubierto todos los espacios. Cuando las autoridades o las instituciones no están presentes, la sociedad receptora es la encargada de ejercer el control sutil y efectivo en la conducta de los inmigrantes. Esto genera confusión, desazón y angustia en quién padece el status de ilegal en el nuevo colectivo social que ha pasado a integrar, y que no entiende que se le acuse directa o indirectamente de estar usurpando un lugar destinado a otros. Los inmigrantes serán siempre vistos como inmigrantes. Serán “los que han venido” en el país al que llegan y “los que se han ido” en el país que dejaron.

Una pérdida de identidad no buscada pero adquirida en esa travesía lineal llamada vida que les ha tocado vivir, alentada por un sistema provisto de leyes discriminatorias que lesionan y ponen piedras en el camino a los inmigrados, dificultando su proceso de integración y adaptación en el nuevo país. Seguir leyendo.

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