“Morí en el Mediterráneo”

Mientras los recién llegados pasajeros del Aquarius comienzan sus primeros días de vida en suelo europeo, otro barco perteneciente a la ONG alemana Lifeline, sigue a la deriva en el Mediterráneo, con 230 migrantes a bordo, esperando que algún país le permita desembarcar en un puerto seguro. Italia y Malta, al igual que hicieron con el barco perteneciente a la ONG franco- alemana SOS Mediterráné y Médicos sin Fronteras, han negado que el barco de Lifeline atraque en sus costas. 

El gobierno maltés justifica la falta de humanidad en que “no es su responsabilidad”, mientras que el Ministro de Interior Matteo Salvini, al igual que lo hizo con el Aquarius, pide al resto de países de la Unión Europea que acaten su responsabilidad como parte de la Unión y acojan en su territorio a los miles de refugiados e inmigrantes, que la “desbordada Italia no está dispuesta a aceptar”. Un alegato que sigue las directrices de su ya repetido discurso político, “Los italianos primero”.

La negativa italiana despertó en su momento todo tipo de críticas, encabezada por el presidente francés Emmanuel Macron, que tildó la actitud del gobierno italiano de “cínico e irresponsable”. Sin embargo, algunos días después de que el gobierno español - bajo el mandato de Pedro Sánchez - diera el visto bueno del desembarco del Aquarius en costas españolas por razones humanitarias, la nueva negativa de acoger a migrantes del gobierno italiano, no parece ser el centro de atención. 

Los ecos de la crisis política migratoria, se están enfocando en estas últimas horas en lo hablado el fin de semana pasado en París, entre el presidente francés E. Macrón y el español P. Sánchez, sobre la intención de establecer centros cerrados de detención de inmigrantes para posterior identificación y ver quiénes tienen derecho a pedir refugio y quiénes son inmigrantes económicos. Una idea que va ganando peso entre los 16 líderes de los gobiernos de la Unión Europea, en la que reforzar el control de fronteras y “alejar de sus territorios” el problema migratorio mediante estos centros, parecen ser los temas en los que ponerse de acuerdo en la próxima Cumbre de la UE, los próximos 28 y 29 de junio. 

Las personas africanas que escapan del horror de sus países de origen, por diferentes motivos - y en esto hay que ser muy claros, nadie se arriesga a morir y cruzar el Mediterráneo de la manera que lo hacen, si no hay un profundo y complejo motivo para hacerlo – solo esperan llegar a un lugar seguro dónde poder vivir. Europa es desde el punto de vista geográfico el lugar más cercano que les ofrece esa seguridad, tanto política, económica, sanitaria, educativa y social. Es “la tierra prometida” a la que cada persona quiere llegar, porque ve en ella las posibilidades que no existen en sus países. Se suben en precarias embarcaciones y saben con seguridad que pueden morir en la travesía, aún así, lo intentan una y otra vez, porque la vida que están llevando es desde el punto de vista humano, inaceptable. 

¿Qué hace frente a esto la UE? Evitar su llegada. Gastar millones de euros en seguridad y estimular a los gobiernos de países africanos en el entrenamiento de sus militares con el afán que eviten la partida de los migrantes, así como en firmar acuerdos de readmisión de los que son deportados una vez llegados a Europa. El cementerio marino de todos los que han intentado cruzar el Mediterráneo y han perdido la batalla, de igual manera que todos aquellos que en estos momentos están llegando a las costas europeas, no parece ser el tema que centre las cumbres europeas. Nací en el Mediterráneo, canta Serrat, mientras un eco inaudible de un coro africano de voces infantiles, adolescentes y adultas llega de las profundidades del mar: “Morí en el Mediterráneo”.

Comentarios

  1. La mezquindad humana ... la historia se repite una y otra vez. Magnífico artículo Raquel.

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