El “Guantánamo” africano


Violación de derechos humanos en la Frontera Sur

Foto:Regina Gallego - Falajé, Mali 2008


Detrás de la inmigración clandestina por vía marítima, del control de las fronteras, las repatriaciones y las expulsiones colectivas se encuentra un verdadero drama humano. No sólo nos referiremos a las cifras incontables de muertos que han perecido en su intento de llegar a Europa desde África, sino a los que sobreviven, a los que han llegado a las costas españolas de Canarias y se han quedado en esta tierra intentando sobrevivir en situación ilegal y sin trabajo. Personas que por una u otra razón no pueden ser expulsadas, ya sea porque no hay convenios de repatriación o porque sencillamente no han podido ser identificadas.

Otros han sido expulsados al país de origen o aquellos países que tienen convenios de readmisión, como es el caso de Mauritania, después de permanecer en centros de internamiento en España Pero también están aquellas personas que sin haber salido de África se les acusa de estar “preparando el viaje” y se las encierra en centros de internamiento como medida de prevención. Presentaremos aquí el caso “Guantanamito” en Mauritania.

GUANTANAMITO - Centro de Internamiento (CEI) en Mauritania

La presión que la Unión Europea (UE) y España ejercen sobre Mauritania en materia de inmigración - mediante acuerdos de repatriación y admisión - está provocando que las fuerzas de seguridad del país africano arresten "arbitrariamente y sin pruebas" a cientos de emigrantes para luego expulsarles sin garantías jurídicas y "vulnerando sus derechos humanos", según Amnistía Internacional(1)

España construyó en el año 2006 - con fondos de la UE - un Centro para Inmigrantes en Nuadibú, para lo que desplazó a un equipo de 35 ingenieros militares, expertos en construcción de campamentos. El Centro - que es una antigua escuela restaurada por la cooperación española - está preparado para albergar hasta 250 personas, según la Luna Roja Mauritana, pero siempre está atestado y en condiciones "deplorables". Según dicha organización, los baños están mal y la ventilación es un problema con hasta 40 inmigrantes en una habitación individual.

Este centro de detención de Nuadibú es un limbo legal conocido como “Guantanamito”, por su semejanza con Guantánamo, donde los emigrantes a menudo son maltratados y permanecen hacinados mientras esperan a ser enviados a Malí y Senegal, los países con frontera más cercana desde Mauritania, ya que el traslado es en autobús, por ser el medio de transporte más barato.

Los acuerdos de readmisión y sus cláusulas firmados entre España y Mauritania establecen compromisos recíprocos para la devolución de ciudadanos de sus propios países o de cualquier tercer país que haya entrado irregularmente en el territorio de una de las dos partes. En cumplimiento de estos acuerdos Mauritania detiene en su territorio arbitrariamente a personas solo por la simple sospecha de que pueden estar planeando viajar hacia Canarias. Se les detiene en algunos casos, solo porque se les encuentra “vestidos con dos chaquetas”, lo que les convierte en sospechosos por usar vestimenta abrigada. Muchas de estas detenciones afectan a personas que residen legalmente – aunque de otros países africanos - y se encuentran trabajando en el país. También hay denuncias de abusos de la fuerza militar mauritana que roba y maltrata a los detenidos.

Aún en el caso de que efectivamente se compruebe que los migrantes planean venir a España y sean detenidos infragantes cuando se disponen a partir, se está cometiendo un delito por parte del Gobierno Mauritano, ya que “Estos inmigrantes no han hecho nada malo porque, por lo menos actualmente, en Mauritania, salir del país no constituye un delito” según denuncia la ONG Amnistía Internacional.

Mauritania cumple con los acuerdos de readmisión firmados con España, violando los derechos humanos de los inmigrantes, pero no es el único culpable de esta acción. España y la UE derivan en los países de origen de los migrantes las responsabilidades, obligándoles a ser la “policía de Europa”. Primero fue Marruecos, ahora Mauritania, y seguirán otros. La solución no pasa por blindar las fronteras, expulsar a los inmigrantes y “desentenderse del problema”, porque mientras siga habiendo hambre en África y comida en Europa, las personas seguirán llegando, por mar o caminando, pero seguirán intentándolo. También nosotros haríamos lo mismo, si estuviéramos en su lugar.

(1) ANMISTÍA INTERNACIONAL “Mauritania: Nadie quiere tener nada que ver con nosotros” (1 de Julio de 2008)

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